martes, 4 de enero de 2011

Quizá el Mar Rojo Sí Se Abrió Ante Moisés en el Exodo

Foto: Nicolle Rager Fulle
El espectacular relato bíblico sobre las aguas del Mar Rojo separándose en dos bloques hace tres mil años para dejar pasar por el medio a Moisés y los suyos es bien conocido. Asombrosamente, un nuevo estudio que incluye simulaciones por ordenador y que ha sido realizado por investigadores del Centro Nacional estadounidense de Investigación Atmosférica (NCAR) en Boulder, Colorado, y la Universidad de Colorado en la misma ciudad, desvela que el portento meteorológico pudo, después de todo, ser real, gracias a una combinación peculiar de movimiento del viento y rasgos topográficos.

En el Éxodo se narra que Moisés y su gente, en su huída de la tropa faraónica, quedaron acorralados entre el Mar Rojo y sus perseguidores. En lo que consideraron como un milagro, un fortísimo viento logró durante la noche partir en dos la masa de agua, dejando en medio un pasaje de tierra firme con muros de agua a ambos lados. Los israelitas se atrevieron a adentrarse por el insólito camino, consiguiendo llegar a la otra orilla. Pero cuando por la mañana la tropa del faraón intentó seguirles por el pasaje, las aguas volvieron a juntarse y los soldados perecieron ahogados.

En diversas ocasiones, ha habido científicos que han intentado determinar si esa separación de las aguas, uno de los más famosos milagros de la Biblia, podía ser explicada con algún fenómeno natural. Sin embargo, todas las hipótesis anteriores que intentaban ofrecer una explicación racional que avalase la autenticidad del fenómeno han tenido puntos débiles.

Los autores del nuevo estudio llevaron a cabo un extenso análisis de registros arqueológicos, mediciones por satélite, y mapas antiguos o actuales, que les permitió estimar el flujo de agua y la profundidad de ésta hace tres mil años en esa zona del delta del Nilo. Y descubrieron que en un punto específico había un paso que, bajo las circunstancias adecuadas, era utilizable para cruzar por él hacia la otra orilla.

Las simulaciones por ordenador han mostrado que un viento de 101 kilómetros por hora, incidiendo sobre el lugar durante 12 horas, habría sido capaz de hacer retroceder la masa de agua, cuya profundidad se ha estimado en unos 2 metros. A ello habría ayudado la particular topografía del terreno de la zona. Aunque hay incertidumbres sobre las vías fluviales de aquella época, algunos oceanógrafos creen que un antiguo ramal del río Nilo fluía dentro de un lago costero que por aquel entonces se conocía como Lago de Tanis.

Con el agua agolpada dentro del lago y también dentro del canal fluvial por la fuerza del viento, habría quedado expuesto durante unas 4 horas un puente de tierra de entre 3 y 4 kilómetros de longitud por unos 5 de ancho. Eso habría permitido a Moisés y su gente avanzar por una llanura fangosa hacia la otra orilla.

Tan pronto como el fuerte viento cesó, el agua volvió a desparramarse por todo su lecho. Cualquier persona que aún permaneciera en la llanura fangosa se habría visto en un serio riesgo de ahogarse.

"Las simulaciones concuerdan muy bien con lo relatado en el Éxodo", explica Carl Drews del NCAR, uno de los autores principales de la investigación. “La separación de las aguas puede ser explicada mediante la dinámica de fluidos. El viento mueve el agua de un modo que cumple con las leyes de la física, creando un pasaje seguro flanqueado por agua en ambos lados, y luego, de manera abrupta, permitiendo que el agua vuelva a su posición inicial".


Carla Gallén