viernes, 28 de diciembre de 2012

Las Crisis más relevantes del Cristianismo Ruso



El pueblo ruso fue cristianizado a finales del siglo décimo (988). Esto acaeció unos setecientos años después del comienzo de la Iglesia en las Islas Británicas. Fue el príncipe Vladimir de Kiev (+ 1015) quien fue responsable del cambio de religión entre su pueblo. Él mismo invitó a su patria a los misioneros de Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino y, de este modo, colocó los cimientos de la Iglesia en Rusia.
Desde comienzos del siglo x, cuando los príncipes rusos abrazaron el cristianismo, hasta la conquista de Rusia por parte de los mongoles (siglo XIII), más que de Iglesia rusa se puede hablar de Iglesia bizantina en territorio ruso. Constantinopla consideraba a Kiev como una especie de protectorado espiritual, y los patriarcas de la capital elegían a los metropolitas de Kiev que, además, eran con frecuencia bizantinos. De 1240 a 1470, bajo el dominio de los mongoles, aunque no se vio sofocada la vida espiritual, la cultura, incluida la teológica, sufrió un notable retraso por causa de las circunstancias. Sin embargo, precisamente en este período tenemos la espléndida creatividad iconográfica de Andrej Rublev (+ 1430), cuyas obras no son más que teología escrita con colores.
Con la caída de Constantinopla (1453) y la liberación gradual del poder de los mongoles, la Rusia cristiana fue adquiriendo cada vez más conciencia de su autenticidad ortodoxa, hasta el punto de desarrollar la teoría eclesiológico-política de Moscú como tercera Roma. Bajo el reinado de Iván el Terrible (1533-1584) el cesaropapismo bizantino se arraiga en tierras rusas consolidando la relación Iglesia-Estado.
En el siglo XVI actúa en Rusia Máximo el Griego, considerado el «Iluminador de los rusos». Entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII se creó en Kiev la primera escuela teológica rusa.
Puede decirse que la escuela teológica de Kiev tuvo siempre un tinte filolatino. Al contrario, la de Moscú, fundada en 1665 por Simeón Polockij, se caracterizó por su marcada tendencia filogriega.
El siglo XII destacó además por el cisma (Ralkol) de la Iglesia rusa, relacionado con la reforma de los libros litúrgicos que sostenía el patriarca Nikón. En esta ocasión los cismáticos desarrollaron un confuso milenarismo que creó una espasmódica espera del final de los tiempos, que indujo incluso a suicidios colectivos.
La Revolución de Octubre interrumpió bruscamente la gran vitalidad teológica del siglo anterior y de comienzos del xx. Pero grandes filósofos y teólogos siguieron escribiendo y actuando fuera de la tierra rusa, especialmente en París. Esta «fuga de cerebros» a Francia contribuyó a dar a conocer el pensamiento teológico ruso en amplios ambientes occidentales. Muchos de estos teólogos prófugos de la primera y de la segunda generación encontraron un puesto de enseñanza en los dos grandes centros de teología rusa: el Institut de Théologie Orthodoxe St. Serge de París y St. Vladimir's Seminary de Nueva York, dos faros de indiscutible valor de la teología rusa en Occidente. 
 Tras el hundimiento del comunismo y la libertad recuperada de la Iglesia, la teología rusa volverá a actuar y a desarrollarse dentro de sus confines naturales con aquella vitalidad que la caracterizó en el último siglo, a pesar de la tragedia del comunismo

Nacho Padró

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