jueves, 17 de enero de 2013

El Problema del Uniatismo


La Comisión mixta, consciente de la complejidad de los problemas a resolver sobre el «uniatismo», considera sin embargo la importancia de este diálogo, que debe continuar en la perspectiva de la plena unidad entre las Iglesias católica y ortodoxa. Antes que nada, hay que afirmar que el «uniatismo» no es la solución para el restablecimiento de la plena unidad ecuménicamente hablando. Hay por tanto que distinguir el «uniatismo» de las Iglesias orientales católicas, es decir de las Iglesias que hoy están en plena comunión con la Sede Apostólica de Roma.

Hay que recordar por ello que la comisión mixta, tanto en la Declaración conjunta de Freising 1990 (Alemania), como en el documento conjunto de Balamand 1993 (Líbano), distinguiendo el método del pasado que llevó a la existencia de las Iglesias orientales, afirmaba por una parte, que «rechazamos el uniatismo como método de búsqueda de la unidad porque es se opone a la tradición común de nuestras Iglesias», y por otra parte, que «las Iglesias orientales católicas, como parte de la Comunión católica, tienen el derecho a existir y a actuar para responder a las necesidades espirituales de sus fieles»; «las Iglesias orientales católicas que han querido restablecer la plena comunión con la Sede de Roma y han permanecido fieles a ella, tienen los derechos y las obligaciones ligados a esta Comunión de la que forman parte».

Se sabe que la reserva de las Iglesias ortodoxas se basa en el hecho de que no encuentran fundamento teológico que justifique la existencia de las Iglesias católicas orientales, mientras que para la Iglesia católica el hecho de su plena comunión con la Sede apostólica de Roma con los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos y del gobierno eclesiástico, justifica su carácter eclesial y canónico.

En varias ocasiones, exponentes ortodoxos, teólogos y eclesiásticos, han expresado su punto de vista para la solución de este problema, considerando que los católicos orientales deberían optar por volver a la Iglesia ortodoxa, de la que provienen, o incorporarse a la Iglesia latina, en cuanto que están unidos a Roma.  Es obvio que semejante «solución» no puede encontrar apoyo por parte católica, por razones esencialmente doctrinales, eclesiológicas y pastorales.

Considero que el «uniatismo» plantea fundamentalmente la cuestión más delicada y teológicamente más difícil, es decir, el primado del romano pontífice.  Si bien las Iglesias orientales católicas remontan su origen a la antigüedad, como comunidades eclesiales aparecieron tras el cisma de 1054 y, tras los fallidos intentos de unión --especialmente desde el Concilio de Florencia (1439)--, su estado eclesial y canónico se debe al reconocimiento expreso por parte de la suprema autoridad de la Iglesia católica, es decir del romano pontífice.

Aún reconociendo que las Iglesias orientales católicas no son la solución para el restablecimiento de la plena comunión entre nuestras Iglesias, la cuestión de su existencia y de su carácter eclesial están íntimamente relacionados con la cuestión fundamental de la doctrina sobre el primado del Papa y su ejercicio en la Iglesia universal. En esta línea, la IX Asamblea Plenaria de la Comisión mixta en Belgrado, del 18 al 25 de septiembre de 2006, empezó a tratar el tema «Consecuencias eclesiológicas y canónicas de la naturaleza sacramental de la Iglesia. Autoridad y conciliaridad en la Iglesia».

Por ello, el problema llamado del «uniatismo», considerado por parte ortodoxa como grave obstáculo a la unidad, no es una solución, ecuménicamente hablando, sino más bien un problema teológico y canónico que la Comisión mixta se ha comprometido, por voluntad de sus Iglesias, a afrontar en un diálogo de caridad y de verdad.  Sin embargo, el hecho de que la Comisión mixta no haya logrado todavía un acuerdo sobre el concepto teológico básico del «uniatismo», y que por ello no haya producido un documento conjunto con propuestas precisas y orientaciones, no significa interrupción del diálogo teológico.  Desde la Iglesia Católica se valora el cambio de actitud que lleva a buscar más los puntos de unión que los conflictos. Roma mantiene que en realidad los misioneros católicos no buscan la conversión de los ortodoxos practicantes sino de aquellos que no están bautizado o están completamente alejados de la vida religiosa. La cuestión uniata es de más dificil solución debido al temor de las iglesias ortodoxas de que Roma quiera imponer el modelo uniata sobre ellos


Nacho Padró

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