sábado, 30 de marzo de 2013

Dar

Aquella tarde, la comunidad de monjes hacía, en su oratorio, una plegaria de intercesión. Una tras otra, se escuchaban las oraciones de los monjes: «Señor, te pido», «Señor, te pido», «Señor, te pido». También el Abad hacía su plegaria: «Señor, te pido...».
Por fin, todos callaron largamente.
Hasta que de nuevo se dejó oír la voz del Abad: «Ahora, Señor, dinos en qué podemos ayudarte; te escuchamos en silencio».
Al cabo de un rato concluyó: «Gracias, Padre, porque quieres contar con nosotros». Y todos los monjes respondieron al unísono: «Amén».

(Porque habían comprendido que la Pregària como el amor, tiene dos tiempos: dar y recibir, y que si falta uno de ellos, se muere.)

No hay comentarios: