martes, 25 de junio de 2013

LA NO-ACCIÓN o WUWEI (無為) en el DAOISMO


Para no alterar el equilibrio armónico que representa el Dao es imprescindible la no-acción (wuwei), la no interferencia en el devenir de las cosas para seguir de acuerdo con el ciclo natural que deriva de la interpenetración de contrarios. El wuwei se entiende no como una impasibilidad ante los acontecimientos sino como una sumisión a los mismos: dado que existe el movimiento, dado que todos los seres se transforman (XXXVII), la opción del sabio pasa por la observación y la contemplación; un actuar de manera connatural a los seres (un no-actuar) para adaptarse sin sufrir daño (XLVII). Es aquí cuando surge uno de los principios básicos de la corriente daoísta: la quietud  (XXVI). La quietud se entiende como la no-intervención en el transcurso de los cambios, el sabio se limita a contemplar, a observar y por consiguiente a no actuar, a no intervenir (III). Si por el contrario se optara por la intervención, las consecuencias serían lamentables (LXIV) porque se estaría alterando la esencia de la unidad del dao (XLV). Si no se deja avanzar el camino del dao, entonces es imposible el retorno (XL), ya que “las cosas [no podrían] volver al dao” (XXIV) y “todo lo que se aleja del Dao, se pierde” (XXV). Una imagen recurrente del Daodejing para explicar este concepto es el agua: igual que el agua basándose en su debilidad se hace fuerte. El agua beneficia a todo sin competir, ocupando los lugares que la multitud desprecia. (VIII). “Bajo el Cielo” nada supera al agua en flexibilidad y debilidad, pero atacando a la rígida dureza nada como ella puede vencer (LXXVIII), como ella que sigue el terreno sin dejar de avanzar, del texto se desprende que más vale adaptarse al curso del mundo; el texto también exalta lo humilde y lo inferior con la imagen del agua que siempre se mueve al lugar más bajo y sin embargo puede desgastar pacientemente cualquier piedra.  Este no intervencionismo también es aplicable al plano social. El Daodejing admite una clara lectura política: hay que evitar establecer reglas y prohibiciones porque son una fuente de conflictos y desorden en la medida en que contravienen la regulación natural. Cuantas más leyes se proclamen, más infractores habrá. Enseña de este modo que conviene que las cosas pasen por sí mismas y que debemos limitarnos a seguir su curso y a unirnos a esta inmanencia, ideas que encontrarán una buena aceptación desde el punto de vista budista. Practicar la no-acción, y así nada queda sin regir (III): El pueblo sin mandato (forzado) es ecuánime por sí mismo (XXXII), esto es la Evidencia Sutil: flexibilidad y delicadeza vencen a rigidez y dureza (XXXVI). Es el gobierno de la no-acción: prohibiciones, instrumentos de lucro, revueltas… conllevan el alejamiento del camino (XXXIX, LVII, LXXIV, LXXV)

Nacho Padró

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