lunes, 24 de junio de 2013

¿Por qué han entrado en crisis las explicaciones puramente positivistas y materialistas del mundo y del ser humano?

Es un problema de trascendencia innata o de imposibilidad del ser humano en la búsqueda de ese misterio que rodea su existencia. A partir de la revolución francesa y la aparición de la Ilustración, la Historia de la Ciencia nos enseña que la lógica y la razón pueden suplir los elementos que la religión nos daba para nuestra seguridad espiritual, siendo uno de los grandes exponentes el filósofo Descartes y su sistema cartesiano que derivaría en la Crítica a la Razón Pura de Kant. Estamos en una época en la creencia ciega en la ciencia y la tecnología como veremos reflejada en la literatura (Verne) y otros aspectos (la creación de las Exposiciones Universales), en la creencia de una sociedad mejorada gracias a conceptos materialistas que se aplicarían a la economía y la política (Marx y Engels) pero que donde daría más desarrollo sería en la ciencia y su positivismo El positivismo se opondrá a la metafísica e intentará seguir los métodos de las ciencias naturales y aplicarlos a las ciencias humanas. Se fundamenta en Francis Bacon y Thomas Hobbes, perfeccionando luego en el siglo XVIII, especialmente por Hocke y Hume, en lo que se refiere a sus procedimientos inductivos. En el estado metafísico se cuestiona la racionalidad teológica y lo sobrenatural es reemplazado por entidades abstractas radicadas en las cosas mismas como formas, esencias, que explican su por qué y determinan su naturaleza, este estado que es considerado por Comte como una época de tránsito entre la infancia del espíritu y su madurez, correspondiente ya al estado positivo. En este estado el hombre no busca saber qué son las cosas, sino que mediante la experiencia y la observación trata de explicar cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e intentando deducir sus leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar la naturaleza y la sociedad en provecho de la humanidad. A este estado de conocimientos le corresponde la sociedad industrial, capitaneada por científicos y sabios expertos que asegurarán el orden social. Una utopía social que no se alcanza y no da los frutos de la felicidad que prometían las imágenes quiméricas de la ciencia y la tecnología. Ese fracaso es lo que a la larga ha provocado esta crisis sobre la visión del hombre y el mundo en el que vive, al no poder erradicar las preguntas internas que le siguen atenazando en sus momentos vitales. Nacho Padró

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