jueves, 17 de julio de 2014

El humor en la literatura egipcia

A pesar de la imagen que se nos da de los egipcios de un reino enfocado o muy preocupado por la muerte, los egipcios sabían disfrutar de la vida, hasta tenían un dios del humor llamado Bes, un enano gordo y con barba, sacando la lengua y feo hasta el extremo de resultar cómico. Se asociaba con la risa, la felicidad, la buena suerte y la alegría de vivir. A pesar de su apariencia demoniaca, representaba el bien. Además de proteger al faraón, Bes protegía también a mujeres y niños, era patrón de los nacimientos, de la sexualidad, el humor, la música y la danza, por esa razón algunas bailarinas llevaban su efigie tatuada en las nalgas. Esto nos permite intuir una interpretación positiva y benigna del humor para los egipcios.
Bes tenía su oráculo en Abbidos, y se sabe que fue una divinidad principal en Khemenu durante el Imperio Medio. Solo se conoce un templo a él dedicado, a pesar de lo cual era uno de los dioses más populares, y aparecía a menudo en artículos domésticos, en muebles, espejos, cuchillos o amuletos. Cuando un bebé sonreía o reía sin razón aparente, los padres suponían que Bes le estaba haciendo muecas.
Relacionado con las muestras y uso de animales respecto al humor, tenemos una muestra del sentido del humor de los antiguos egipcios en el templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari, donde aparece representada la voluminosa figura de la reina de Punt seguida por un pequeño asno. La inscripción dice: “el burro que tuvo que transportar a la reina”. Prueba de que los egipcios encontraban graciosa la escena es que la copiaron muchas veces.
En un buen número de textos los escribas bromean acerca de los demás oficios, que contemplan con superioridad. Incluso en tumbas privadas aparecen burlas sobre algunos de los trabajadores.
Como ya he indicado, una característica que se repite es la de representar animales como ratones o gatos realizando tareas humanas. Aparecen azotando a cautivos o conduciendo carros. Hay un papiro en el que un león y un antílope juegan ante un tablero mientras un gato cuida de los gansos. Se ha sugerido que podría tratarse de ilustraciones para fábulas de animales, pero, si es así, no ha sobrevivido ningún texto.
Hay también una ratoncita sentada ante un tocador mientras es atendida por sus servidoras gatas, mientras otra de ellas lleva a su bebé ratón. Un rey ratón, montado en un carro, ataca una fortaleza defendida por gatos. En Tell el Amarna un grupo de monos va en un carro, y el conductor guarda un asombroso parecido con Akhenaton, por lo que cabe imaginar una intención satírica. 
En la mitología egipcia también pueden encontrarse ejemplos de su sentido del humor. Muchas de las confrontaciones entre Horus y Seth rozan lo burlesco, como la vez en la que ambos acuerdan un combate naval y Seth es engañado para que construya su barco de piedra, con lo cual se hunde.
El uso del chiste está bien registrado en la literatura egipcia: En el 1114 a. C. un personaje de nombre Tjaroy alude en una carta a su reputación contando chistes. Uno de ellos ha ofendido a su amigo, y Tjaroy no comprende que de pronto reaccione así, si lo conoce desde hace tiempo y sabe cómo es: 
“He oído que estás enfadado y que me has vilipendiado por culpa del chiste de aquella carta, aunque fue Henuttawy [su esposa] quien me hizo poner algunos chistes. Eres como la mujer que es ciega de un ojo y lleva veinte años casada. Cuando el marido decide abandonarla por otra, le dice: “me divorciaré de ti porque dicen que no ves de un ojo”, y ella le responde: “¿Y has necesitado veinte años para descubrirlo?”. Igual ocurre conmigo y con mis chistes."
Entre las influencias que la cultura egipcia, y por añadido su humor, que podemos notar en el pueblo hebreo, tenemos algunas muestras como el Diálogo del desesperado de la vida con su alma (siglo XXI a. C.),  que parece ser una muestra de un género literario muy antiguo y ecos de este género resuenan en el muy posterior Libro de Job hebreo. El desesperado expone las amarguras de la vida y su alma trata de rebatirlo exponiéndole las bondades de la misma. Tenemos un caso semejante en el deseo de seducción de José por la mujer de Putifar (Gn 39, 6-19) conocido en el papiro D'Orbi-ney como la historia de "dos hermanos": José se salvó de la prisión por haber sabido interpretar los sueños del faraón (Gn 41). Interpretar sueños tiene una larga tradición en Egipto. El texto más antiguo es el papiro de Chester Beatty, probablemente de la época de Ramsés II, que es la copia de un texto anterior. Hay textos también de los siglos posteriores como el griego, Oneirokritikon de Artemidoros, que ha absorbido elementos egipcios. También el motivo de las siete vacas (Gn 41) es interesante para los egiptólogos, porque en la escritura jeroglífica había un signo de vaca que significaba "año", y el nuevo año se simbolizaba con esta señal. La Biblia menciona que José tenía una copa de plata para adivinar (Gn 44, 5). Este método era conocido en Egipto y mencionado en algunos papiros. El adivinador o un médium escogido para este fin tenía que mirar en un vaso lleno de agua. El brillo de la superficie provocaba un estado hipnótico durante el cual se le presentaban los dioses y le contestaban sus preguntas. En Mesopotamia, se ponía una gota de aceite en el agua y de ésta adivinaban los "videntes". Se menciona también en la Biblia el proceso de embalsamado con referencia a Jacob y a José; éste murió de 115 años, que era para los egipcios el más anhelado límite de la vida humana.
Algunos investigadores encuentran similitud entre el Himno de Akhenaton para el Sol y el Salmo 104 (según la versión de los Setenta es el Salmo 103), así como también entre los Proverbios y los versos didácticos de Amenemope. No se puede saber quién aprendió de quién. Es muy probable que ambos hayan tomado el tema de la misma fuente, más antigua, aparentemente hebrea. Basándose en las investigaciones paleontológicas, se supone que el Rey Salomón (autor tradicional de los Proverbios) y Amenemope eran contemporáneos. Otros dicen que la obra egipcia es la más antigua. La influencia de Amenemope se ve también en el Nuevo Testamento. Los versículos 4 y 5 del Cap. 3 de la Epístola de Santiago (Jacobo) presenta el mismo pensamiento que el de Amenemope cuando dice: “La lengua del hombre es la barra del timón, pero el Señor del Universo es el timonel” (St 20,5).
 Los especialistas opinan que podemos deducir que el Antiguo Testamento contiene muchos elementos egipcios aunque es mucho menor que la de Mesopotamia y para el Nuevo Testamento la influencia griega es mucho mayor.



Nacho Padró

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