domingo, 20 de julio de 2014

Elías vs Baal, una oración sangrienta

Elías, en hebreo ́Eliyah, significa “mi Dios es Yahvé”. A través del episodio del enfrentamiento en el Carmelo (1Re 18) podemos captar las tensiones de la fe yahwista con el baalismo ampliamente extendido. La experiencia del grupo del desierto va aflorando en diversos lugares; fue una experiencia fundacional, capital, definitoria, y se irá difundiendo. Las chispas de la fe – encendidas en el grupo de Moisés y el éxodo – empujan a la búsqueda de Dios y se abren a la revelación. Pero los obstáculos son muchos: henoteísmo, politeísmo, idolatría, afán de manipular a la divinidad y domesticarla con los ritos, objetos mágicos... La lucha por abrirse paso será larga i abrumadora. Una buena muestra de ello lo tenemos en un texto atribuido a la tradición Y en la que las afirmaciones y prohibiciones dejan entrever hasta qué punto las prácticas idolátricas estaban enraizadas y amenazaban a la fe en Yahvé y sus ́asheras: “Demolerás sus altares, trocearás sus mastabas talarás, no te prosternarás delante de otrońpor qué Yahvé tiene por nombre “celoso”, es un Dios celoso; no pactes alianzas con los habitantes del país: ellos se prostituyen detrás de sus elohym  y ofrecen a sus dioses sacrificios; te invitarían y comerías de su sacrificio y tomarías a sus hijas para tus hijos y sus hijas se prostituirían detrás de sus elohym y harían prostituirse a tus hijos (Ex 34,13-16). La “matsebah” es una estela que representa a la divinidad y la Asherah es una estaca sagrada símbolo de la diosa cananea de la fertilidad, Asherah.
En este ambiente no menos sorprendente es la historia del profeta Elías quien reta a los profetas de Baal, para que el pueblo inestable e incrédulo vuelva a poner su confianza en Yahvé (1Re 18,20-40). El profeta en esta ocasión sí llega a ser irónico y se burla de ellos, cuando claman a Baal sin obtener respuesta: “Y aconteció al mediodía que Elías se burlaba de ellos diciendo: “Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.” (1Re 18,27-28) El pueblo de Dios no necesita ni de escenas ni gritos para ser escuchado, con una oración sencilla y de corazón Yahvé responde con fuego del cielo, confirmando así su presencia y omnipotencia (1Re 18,36-38). Esto es dar una lección con la ironía como método pedagógico, sino miremos más atentamente.
El ministerio profético de Elías, comienza en la época del reinado Acab, hijo de Omrí, que gobernó en Israel entre el 874 a. C. y el 853 a. C. El malvado rey Acab había llegado a ocupar el trono de Israel como en el año 874 a. C.  Según encontramos en 1Re 16,30, Acab fue el más perverso de todos los reyes de Israel.  Su esposa, Jezabel, era hija del sacerdote y rey pagano de Sidón.  Acab se había entregado a servir a los ídolos de su esposa.  La adoración a Baal se había generalizado en Israel por  influencia de Acab.  A causa de esa situación, el profeta Elías se presentó ante el rey y retó a los 450 profetas de Baal, juntamente con todo el pueblo, para que cada bando clamara y se manifestara quién era el verdadero Dios
Los autores de los Libros de Reyes, citan como fuente de sus relatos otro libro ahora desconocido, "el libro de las crónicas de los Reyes de Israel (1Re22,39). Posiblemente de tal fuente o de otra directamente referida al profeta, se extrae la narración sobre el enfrentamiento entre Elías y el rey Acab, quien hizo el mal a los ojos de Yahvé, más que todos los que le habían precedido y tomó por mujer a una cananea, Jezabel hija de Itobaal, rey de Sidón y se fue tras Baal y Asera, le sirvió y se prosternó ante él. No solo el corazón de Acab se desvió de los preceptos de Yahvé, sino que también todo el pueblo, lo que provocó la ejecución de la mayoría de los profetas de Israel y como consecuencia de la iniquidad, Yahvé hizo aparecer una gran sequía en Samaria y por ende una hambruna en la región.
Elías desafía a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal a que acepten el sacrificio de un buey en un altar preparado para ser incinerado; Elías hace preparar el mismo altar y además hace mojar la madera tres veces hasta que se llena un foso alrededor de éste. Yahvé acepta el altar de Elías, para confusión de los profetas de Baal, y en el monte Carmelo los derrota y los degüella con la ayuda del pueblo, luego de lo cual termina la sequía.
Los profetas de Baal edificaron su propio altar, colocaron un buey y comenzaron a clamar a Baal.  Pero, como es natural, Baal no podía responderles, porque no era más que un ser inanimado, un ídolo de piedra.  Aquellos hombres aún se rasgaban el pecho y lo sangraban para ver si de esa manera Baal les respondería. El resultado fue lógico.  Pasó toda la mañana y el medio día, y Baal no pudo obrar.  Ahora sólo restaba que los profetas de Baal hicieran algo para que Dios no respondiera a Elías tampoco, pero ¿acaso podrían ellos hacer algo contra el Omnipotente?
La oportunidad se había pasado para los profetas de Baal.  Toda una mañana era más que suficiente para comprobar que no habían recibido ninguna contestación.  Ahora Elías, con todo derecho, pidió que el pueblo se acercara.  Así, estando cerca, tendrían una buena oportunidad de mirar la realidad del milagro que estaba para realizarse. A esto se le llama montar un espectáculo, casi se puede sentir la música de los tambores en la narración.
Elías se vio obligado a reparar el altar de Yahvé, porque ya estaba arruinado a consecuencia del abandono, o tal vez por la malintencionada acción de los adoradores de Baal, lo cual lanza más odio en el público expectante hacia los malvados sacerdotes.  Fue necesario que Elías usara el altar de Yahvé, y no el mismo altar contaminado que habían construido los profetas de Baal.  Lo levantó en el nombre del Señor, con doce piedras que representaban a las doce tribus de Israel; porque el testimonio que ahora estaba dando era para todos los hijos de Israel.  Puso la leña sobre el altar, pero no colocó fuego alguno en ella, y sobre la leña puso el buey partido en pedazos.
Ahora es interesante notar que Elías quería asegurarse que toda la gente mirara que el milagro sería una realidad.  Así que hizo una zanja alrededor del altar, y mandó que derramaran doce cántaros de agua sobre el buey.  Había llenado de agua todo el altar.  Era para que todos vieran el poder de Dios manifestándose ante todas las imposibilidades humanas.  El agua echada sobre el buey era tanta, que corría sobre el altar, y llenó hasta la zanja.  ¿Qué fuego sería capaz de incendiar aquellas aguas? (no habían oído nada del fuego griego).
No fue necesario que Elías orara toda la noche para que Dios le respondiera en esa ocasión (1Re 18,36-37).  ¿Cuál sería la causa?  Hay varias cosas que podemos observar en esta petición. Primeramente vemos el reconocimiento de Elías hacia Dios.  Lo primero que hallamos en su oración es una declaración de la identidad de Yahvé, el Dios Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de Israel.  En segundo lugar, vemos el propósito de la misma.  Todo lo que Elías quería era que se manifestara  claramente ante todos, que Yahvé es el único Dios verdadero,  y que es Él quien hace que los corazones de los hombres lo busquen de nuevo. Tercero, notamos que Elías hace la petición y vuelve a repetir el propósito de la misma, que no era egoísta, sino para honrar el nombre de Yahvé.  Queda clara la razón por qué Dios escuchó su oración y le respondió inmediatamente.
La contestación de Dios fue inmediata, para más humillación de los seguidores de Baal y segura sorna de los yahvistas.  La oración de Elías no se llevó más que medio minuto, y eso fue suficiente para que Dios respondiera.  Inmediatamente descendió fuego del cielo y consumió, no sólo el buey, sino también la leña, las piedras, el polvo y el agua que había hasta en la zanja.  Había sido una respuesta indiscutible.  El pueblo no tenía más que creer que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob había hecho ese milagro.  Todo el pueblo quedó convencido de que solamente Yahvé es el Dios verdadero.

Dios siempre ha manifestado Su poder en las distintas áreas de la naturaleza, pero como los hombres han cerrado sus ojos a todas esas maravillas,  Él se ha manifestado muchas veces rompiendo el orden natural.  Solamente el Dios de la creación puede hacer obras semejantes.  ¿Había causa para que el pueblo dudara?  ¡No!  ¡Ninguna! El resultado para aquellos engañadores profetas de Baal,  fue que  todos fueron capturados por el pueblo y degollados en el riachuelo de Cisón, un final algo drástico para los que han sido engañados…, eso sí, casi puedo notar la sonrisa de Elías en toda esta trama.

Nacho Padró

No hay comentarios: