jueves, 17 de julio de 2014

Josué, el éxito de un fracaso de espionaje

El libro de Josué presenta un conjunto de leyendas que reflejan recuerdos y conmociones vividas por Israel a lo largo de siglos, causados por destrucciones de aldeas y matanzas de los habitantes en diversas situaciones históricas. La composición del libro de Josué responde a la necesidad de reivindicar la   identidad israelita de todo el país y la posesión de la tierra que fue concedida por Dios a Israel; necesidad que cuajó en el siglo VII a.C. Y así, la larga lista de pueblos que se adjudican a la porción de tierra asignada a la tribu de Judá en Js 15,21-62corresponde en realidad a los límites del reino de Judá en tiempos del reinado del rey Josías: 639-609 a.C.
Las excavaciones que se han hecho hasta ahora de las antiguas ciudades israelitas han revelado una cerámica, un tipo de vivienda, unos silos, para el grano que llevan a pensar que hay una continuidad real entre las poblaciones cananeas y las israelitas: dicho de otra manera: la mayoría de los israelitas son el resultado de un desarrollo de una identidad étnica que provienen de la población cananea, con la incorporación de pequeños grupos como el proveniente del éxodo. El grupo proveniente del éxodo lleva con él una experiencia de fe extraordinaria y la irá difundiendo a través del tiempo al conjunto de la población israelita, que irá evolucionando a lo largo de su historia, con altos y bajos, pero progresando siempre. El paso de cananeos a israelitas se produjo en las zonas montañosas en torno al1200 a.C. Su estructura básica estaba formada por campesinos y pastores de ovejas y cabras, es decir, que en términos económicos se podría hablar de una economía básicamente de subsistencia. Probablemente hubieses muchos elementos nómadas en proceso de sedentarización. Un ejemplo se encuentra  en la aldea de Izbet Sartah de la época del Hierro II (1150-900 a.C). Para  redondear el tema de la “conquista” citemos Js 13,1-6 donde se admite que hay territorios que no han sido conquistados.
En este contexto de conquista, que a unos espías se les envíe secretamente a observar una tierra y que en cumplimiento de la misión militar lo primero que hacen es meterse en casa de una prostituta y que no han pasado dos renglones en el relato cuando ya el rey del lugar sabe que los agentes secretos están en su territorio, muestra la ineptitud militar de un pueblo cuyo último trabajo fue fabricar ladrillos: Israel en Egipto. Esa es la historia del capítulo dos de Josué
Js 2 se lee normalmente como la historia de Rahab porque es el personaje de fuera de Israel que domina el capítulo, ¡y a todos los otros personajes que allí aparecen! Ella es la prostituta que escondió a los espías, pero que gracias a su conocimiento de Yahvé, por lo que había oído, logró hacer una negociación con los espías, parte en su casa, y la otra parte cuando los espías estaban probablemente colgados de una cuerda recibiendo de la mujer las instrucciones de cómo escapar y salvar sus propias vidas. Ella es sin duda la protagonista que brilla mucho más todavía gracias a la cómica incompetencia de los espías secretos.
El Israel que dibuja esta historia no tiene ni las armas, ni el conocimiento, ni la experiencia militar para llevar a cabo lo que se propone: conquistar la tierra de Canaán, por lo que necesita de todo tipo de ayudas, divinas y no divinas. Esta historia de los espías es una entre varias ilustraciones de esa realidad que la historia bíblica comunica de varias maneras. Sirve para recordarle a Israel lo que el pueblo de Dios tiende a olvidar con demasiada frecuencia: ni somos muchos ni somos poderosos. De Israel dice: que es “el más pequeño de todos los pueblos” (Dt. 7,7). El Señor no lo escogió por números (lo que significaba la posibilidad de tener un ejército muy grande y poderoso), lo escogió por amor. En cambio, los pueblos que Israel debe enfrentar son numerosos, algunos gigantes, y otros muy poderosos militarmente.
Por lo tanto, si Israel algo es o llega a ser o a hacer, es por la gracia y el poder de Dios. La lección fue importante para toda la historia de Israel: para salir de Egipto, para entrar a la tierra de Canaán, para permanecer en la tierra, para sobrevivir en el exilio y para regresar a la tierra después del exilio. En este caso ese mensaje se comunica por medio del humor. Y humor a costa de ellos mismos pues no se están burlando de los cananeos, cosa muy normal en el humor hebreo como ya hemos visto.
La historia de Js 2 es en efecto una expresión de lo que afirma también Deuteronomio: las promesas de Dios se pueden cumplir a pesar de la ineptitud de dos espías que reciben de una cananea una clase de teología y otra de sagacidad. La mujer afirma inequívocamente quién es Yahvé y qué se propone; la mujer logra una excepción a la regla de no hacer pactos con cananeos gracias a la única condición bíblica para tal excepción: la fe del extranjero.

Tenemos pues en Josué la historia de un fracaso exitoso. Los que no saben de espionaje logran cumplir su misión gracias a la astucia de una mujer cananea que parece conocer de Yahvé más que los mismos espías. Para salvar sus vidas, la mujer debe traicionar a su propio rey; los israelitas para salvar las suyas deben pactar con una mujer que está en la lista de los prohibidos. ¿No resulta esto bastante cómico o irónico?

Nacho Padró

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