jueves, 17 de julio de 2014

Moisés, el Escalador

Uno de los momentos más importantes del pueblo de Israel es, sin duda, la Alianza del Sinaí, en el que se dan entrega las tablas de la Ley, por el mismo Yahvé, aunque eso no quita que en un arranque de enfado el propio Moisés acabe rompiéndolas ¿para sorpresa divina?. Es un momento extremadamente serio y cargado de simbolismos: Dios está en la montaña, hay truenos, se conforma el icono del becerro de Oro, pero bajo la narración tenemos algunas situaciones, cuanto menos curiosas. Una de ellas es sin duda la brutal caminata que tuvo el pobre Moisés de subir y bajar el Sinaí
Se ha de recordar que la finalidad del libro del Éxodo es demostrar históricamente el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham de que su descendencia, después de una larga estancia en tierra de esclavitud, se multiplicaría y llegaría a ser un gran pueblo.
En general, debemos tener en cuenta que nos hallamos ante una historia teológico-religiosa que se da en un ambiente popular de transmisión oral y redactada cuando los hechos habían sido elevados a la categoría de épica nacional, lo que implica no poca "idealización" de aquéllos y hace que encontremos muchos simbolismos (el becerro de oro, las tablas, los truenos o la montaña). Ante todo se quiere destacar la intervención providencial de Dios en la liberación y formación del pueblo escogido, y por eso el hagiógrafo muchas veces prescinde de las causas segundas y considera a Dios como el guía inmediato de su pueblo en todas las vicisitudes de la peregrinación por el desierto. Sin duda alguna, la liberación de Egipto y la estancia de los israelitas en la estepa no se pueden explicar sin intervenciones preternaturales y milagrosas de Dios; pero no quiere esto decir que los milagros se produzcan en serie durante cuarenta años, pero es importante el hecho de ser una narración de carácter popular, puesto que implicará un lenguaje cercano al pueblo, comprensible y llano y para un pueblo con ideas con su propio humor algo puede haber quedado en el subconsciente del hagiógrafo. Posiblemente una de ellas sea la maratón de escaladas que sufre en pobre Moisés en la montaña.
La llamada Revelación del Sinaí,  sucedió durante once meses que estuvo Israel en el Sinaí, ya sea en el desierto del Sinaí o en el monte de Sinaí, que queda en el mismo desierto, en la península del Sinaí entre Egipto y Arabia e Israel. Vemos en el mapa que en el sur de la península del Sinaí, ahí queda el monte Sinaí. Las personas que lo han visto en vivo e incluso lo han subido, como yo mismo, se dan cuenta que no es un solo monte, sino bastantes montes y que es un bonito y largo paseo que los turistas hacen en una noche; es como una cadena montañosa o un nudo de montes que hay en el sur de la península del Sinaí, toda ella llamada Horeb, pero en Horeb hay un monte específico, que fue llamado el monte Sinaí, donde Dios descendió y le dio a Moisés la ley, y de donde Moisés descendió al desierto, luego se quedó al pie del monte en el desierto, y subió y recibió de Dios la ley en ese lugar…varias veces.
En esos once meses, Moisés subió once veces al monte Sinaí.  En estas excursiones, Moisés a veces subía, a veces descendía, más de una vez se quedó hasta cuarenta días, otras veces subía y descendía rápido; el hecho  fue que la Biblia registra en esta jornada de Sinaí, once subidas de Moisés al Sinaí, y en cada una de esas subidas algo es revelado.
1. La primera subida está en Éx 19,3-8a; lo que fue revelado es que Dios había librado a Su pueblo de Egipto y que no tendría otros dioses, sino que Él sería su único Dios, y que Él había atraído hacía Sí mismo a ese pueblo para constituir a todo ese pueblo en reino de sacerdotes. 
2. En la segunda subida, que va desde Éx 19,8b hasta el versículo 19, lo que fue revelado es lo siguiente: Primero, es Dios el que trae al pueblo.
3. La tercera subida está también en el capítulo 19,20-24a.  Ahora el tema de la tercera subida es la santificación sacerdotal, pero estos sacerdotes que aparecen aquí en el capítulo 19 no son todavía los sacerdotes aarónicos de la tribu de Leví. Nótese que son tres subidas solamente para prepararse, para Dios revelar la preparación.  Siempre aparece así el número tres. Sabemos por la gematría que el significado del 3 es el de plenitud.
4 y 5.  El Decálogo y el Libro del Pacto llegan con la  cuarta y la quinta subida, parece que va por entregas.  Estas dos subidas constituyen el contenido del libro del Pacto.  Ahí fue cuando se empezó a escribir los diez mandamientos y las otras leyes que constituyen lo que se llamó el libro del Pacto en ese tiempo. En la cuarta subida, ya no sube solamente Moisés; Dios introduce con Moisés a Aarón como  leemos desde Éxodo 19,24b hasta el capítulo 20,20.  En la cuarta subida se revela el Decálogo, o sea los Diez Mandamientos, que fueron revelados en forma hablada por Dios, todavía no escrita.  Fue después cuando en otra subida Dios le dijo a Moisés que subiera y escribiera (¿no se fiaba de la memoria de Moisés?).
6. El santuario, la sexta subida de Moisés que tuvo tres partes.  En la primera parte  ya no sólo podía subir Moisés, sino que setenta de los ancianos de Israel, junto con Aarón y con los dos hijos mayores de Aarón, en total 74 personas podían subir hasta cierto punto. Antes ni siquiera un animal podía tocar el monte, porque moría.  Sólo Moisés subía temblando (¿cansancio? Porque miedo, en teoría estaba acompañado y ya sabía de qué iba la cosa), y eso porque Dios se lo dijo, Moisés no quería; fue Dios el que lo llamó, es Dios tratando de comunicarse con el hombre, no sólo individualmente, sino colectivamente; de manera que la próxima vez ya podían subir los ancianos, pero sólo podían llegar hasta cierto punto. En esta sexta subida, Dios le habla siete veces a Moisés y le habla de siete temas, volvemos al simbolismo de la gematría.
7. Vuelve a subir Moisés la séptima vez, el número 7, volvemos con la gematría. ¿Para qué sube?  Para interceder por el hombre, el incombustible Moisés convenció el corazón de Dios; en esta parte de la narración se busca revelar dos aspectos: la justicia de Dios y la misericordia de Dios (Éx 32,30; 33,7).
8. Luego la octava subida de Moisés donde aquí ya es un negociador nato, pues consigue que Dios le revele una parte de Su gloria, y ahí es cuando Dios proclama Su nombre y dice: Yahvé fuerte, clemente, tardo para la ira, grande en misericordia.  Comienza a revelar la naturaleza de Dios.  Ahí es cuando Moisés baja resplandeciente.
9. La novena subida de Moisés al monte está en Lv 25,1 y va hasta Lv 26,46.  Allí es cuando Dios empieza a enseñarles la vida práctica del reino. 
10. Luego la décima subida está en Lv 27,34.  Allí es cuando Dios revela las cosas consagradas. 
11. Por último, en el capítulo 11, o sea, la onceava subida de Moisés, está en Nm 3,1.  Allí Dios le muestra a Moisés los deberes de los levitas. Esa es la última subida de Moisés al monte
Dios primero se revelaba en el monte, y después cada vez las subidas al monte son menores y las revelaciones en el tabernáculo son más abundantes.  Sólo en el Sinaí: once meses, once subidas al monte.  La perfección en gematría es el 12, pero Moisés sólo llega a los 11, eso sí con un esfuerzo supino, por lo tanto apenas 11, todavía no es perfecto y lo peor es que se quedó a las puertas, como su llegada a la Tierra prometida.
            Veamos ahora como lo puede interpretar una persona del pueblo con conocimientos limitados de textos bíblicos. Recordemos que es una narración popular como ya he indicado y que se supone que Dios llegaría a saber, en su infinita sabiduría, que lo escucharía tanto gente letrada como iletrada y no deja de ser un texto bastante importante ¿en qué pensaba el hagiógrafo cuando lo escribió?. No siempre el que lo lee/escucha en la sinagoga es alguien formado y se encuentra con un Moisés en el auditorio. En esta narración tan importante para el pueblo se nos narra un momento que marcará al pueblo al otorgarle, por parte de Dios, las leyes que regirán la moral y el funcionamiento diario de sus vidas, lo cual no es poca cosa si encima estas leyes vienen directamente de Dios. El problema viene cuando vemos que parece que a Dios le gusta hacer una donación donde no sólo se hacía un sacrificio colectivo sino que con tanta subida y bajada (que hasta cansa de leer) se está dando una imagen de esfuerzo individual. Si siempre se ha dicho que la imagen mitológica de los dioses en la montaña jugaban con la distancia-cercanía, aquí parecería que Dios juega con el hombre reseñándole que él, aunque presente no es directamente accesible, de ahí las múltiples subidas y bajadas para cosas que podría ahorrarse diciéndolas de una vez, a menos que sospechara que Moisés tuviera mala memoria o que quisiera reforzar esa idea del acceso él tras un esfuerzo, al menos físico y gran parte de voluntad, pues por mucho Dios que te llama hay que ser muy fanático de la escalada para repetir 11 veces la misma excursión en tan poco tiempo, pues al final acabas haciéndote amigo de las piedras del camino.

Eso sí, la descripción de la teofanía es grandiosa (v.16): truenos, relámpagos y nubes espesas acompañan a Yahvé en su manifestación majestuosa.... y a la subida del pobre Moisés que si encima va con preocupación, la ambientación no ayuda mucho a calmar los ánimos. La nube tenía por fin ocultar la gloria esplendente de Yahvé, para que los israelitas no fueran cegados por su fulgor y heridos de muerte a su presencia. Los comentaristas liberales han querido ver en esta teofanía la descripción de un “dios de las tormentas” que sería adorado antes de Moisés por las tribus del Sinaí. Nada de ello se insinúa en el contexto, y, por otra parte, los datos arqueológicos que conocemos de aquella zona no avalan esta hipótesis gratuita. Más inconsistente aún es suponer que la teofanía del Sinaí es la simple descripción de una erupción volcánica. Ni la montaña es de tipo volcánico, ni los documentos extra bíblicos hablan de una zona volcánica en aquella parte del Sinaí, ni el relato Bíblico sugiere algo parecido a una erupción volcánica, lo cual por otra parte haría la escalada de Moisés no un acto de fe sino de locura suicida. No se habla de cenizas ni de lava ardiendo; el pueblo está al pie de la montaña contemplando el espectáculo maravilloso sin moverse, lo que no es concebible en caso de un desbordamiento del volcán. Los fenómenos relatados por el autor sagrado se limitan a los truenos, relámpagos y humo. Todo ello no tiene otra finalidad que realzar la manifestación majestuosa de Dios, que iba a establecer las bases de la alianza con Israel.

Nacho Padró

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