miércoles, 31 de diciembre de 2014

Esencia de la vieja Delhi

Como cada mañana, tímidos rayos de sol filtrados por la espesa polución bañan desde el amanecer las azoteas de la vieja Delhi. Todavía reina la tranquilidad en unas calles que posteriormente se convertirán en las más bulliciosas de la capital de India. Fundado en el siglo XVII como ciudad amurallada, este barrio es el enclave primigenio de Delhi y marca el origen de una de las megalópolis más pobladas del mundo.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, en esta barriada con edificios centenarios parece haberse detenido el tiempo. Darse un paseo por sus estrechas calles y agobiantes bazares permite hacer un viaje al pasado, adentrarse en las épocas remotas de la ruta de la seda. Comerciantes y vendedores de caras curtidas por el sol te miran desde el interior de su tienda con curiosidad. Les siguen sorprendiendo que turistas occidentales se atrevan a acceder a lo más profundo de este laberinto de tiendas de saris, chatarrerías con productos inclasificables y puestos ambulantes de pollo al curry.
Los intocables y vagabundos mendigan por unas míseras rupias, aunque aceptan cualquier pedazo de roti (pan) que alguien les ofrezca. La miseria se ha apoderado de estas calles en las que, según dicen los ancianos del lugar, todavía funciona el trueque como moneda de cambio. Pero además de su crudo y atractivo ambiente, Old Delhi cuenta con enclaves que merecen una visita.
Por ejemplo, la Jama Masjid, una de las mezquitas más grandes del país y en cuyo interior miles de musulmanes se concentran a la hora del rezo cuando, desde el alminar, el muecín llama al rezo con sus característicos cánticos. Una síntesis de la esencia de esta ciudad y de este antiguo barrio, en el que culturas y religiones diversas conviven en paz y armonía. Eso sí, no trates de acceder a la mezquita con una cámara; los guardias son muy estrictos con esa norma.
Un poco más allá, a orillas del río Yamuna, se levanta el Fuerte Rojo, una construcción declarada patrimonio mundial que data también del siglo XVII. Su nombre se debe al vivo color rojo de sus muros, que protegen un sinfín de jardines y palacetes. Old Delhi, un lugar de visita obligada para todos aquellos que quieran empaparse de la verdadera India, donde el caos y los ambientes vaporosos son los auténticos protagonistas de la vida cotidiana.

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