lunes, 20 de abril de 2015

Alfred N. Whitehead y su Dios en Proceso

La obra científica y filosófica de Whitehead ha marcado en los Estados Unidos una de las tendencias más importantes en el diálogo ciencia-religión durante todo el siglo XX, que va unida a la llamada filosofía y teología del proceso. Para Whitehead, la teología cristiana tradicional respondió a la metafísica de un ser absoluto, todopoderoso y omnisciente, fuente única de todo ser. En consecuencia, considera que esta idea de Dios debe ser sustituida por la de un Dios del proceso que dará lugar a una reinterpretación de las enseñanzas de Cristo. Y aunque la teología católica fue siempre remisa a emprender un diálogo a fondo con la teología del proceso, un mayor interés hacia ella hubiera podido enriquecer muchos contenidos de la teología católica moderna y cristiana en general

 No puede hoy abordarse el estudio de las relaciones ciencia-religión en el siglo XX, sobre todo en la cultura anglosajona, sin conocer la filosofía de la ciencia y de la religión de Alfred N. Whitehead. Su influencia ha sido enorme en la teología norteamericana, siendo el gran maestro que inspiró la llamada filosofía y teología del proceso. Su imagen del universo físico respondió a la mecánica cuántica naciente en la primer mitad del siglo XX.
El mundo procesual de la ciencia le condujo a un entendimiento de Dios cercano al platonismo y a la introducción de temas teológicos muy problemáticos, entre los que destaca el de la autolimitación divina en el mundo. La moderna teología de la kénosis (del ocultamiento e impotencia divina ante el mundo) en el siglo XX no puede rastrearse sin recoger las influyentes aportaciones de Whitehead, siempre unido a la filosofía-teología del proceso.

La filosofía del proceso nace con el pensamiento del físico y filósofo inglés, afincado pronto en la universidad americana de Harvard, Alfred North Whitehead (1861-1947). Su filosofía es ya una filosofía del proceso. Pero el nacimiento de la teología del proceso, debe conectarse con una serie de discípulos que tienen en Charles Hartshorne su figura sin duda más relevante. Se consolidó en la década de los sesenta con la escuela de Chicago y la fundación de la revista Process Studies.

Desde los años fundacionales ha sido constante la presencia de la filosofía-teología del proceso en la teología anglosajona, principalmente en América. Hoy en día sigue existiendo una corriente ortodoxa de esta filosofía-teología que enlazaría con la línea de pensamiento de sus autores básicos de referencia: A.N. Whitehead, Charles Hartshorne, John B. Cobb, David Ray Griffin y W.H. Vanstone. 

 La teología católica fue siempre remisa (al menos en Europa, aunque no tanto en América) a emprender un diálogo a fondo con la teología del proceso. Muchas de sus afirmaciones entran en colisión con principios básicos de la iglesia católica y de otras iglesias cristianas, como por ejemplo la iglesia de Inglaterra. Pensamos que un mayor interés hacia la teología del proceso, al menos su discusión, hubiera podido enriquecer muchos contenidos de la teología católica moderna y cristiana en general. 

Whitehead forma parte de un movimiento epocal claramente embarcado en la ola del vitalismo. Pero no creemos, como a veces se dice, que influyeran en él de forma significativa autores como Santayana, Spengler o Ralph Waldo Emerson. Sin embargo, estamos convencidos de la influencia que debieron de ejercer sobre él Charles Sanders Peirce, William James y, sobre todo, el filósofo francés Henri Bergson.
Este último, cuando Whitehead llegó a su maduración filosófica, tenía ya desde hacía algunos años sus grandes obras en el mercado de las ideas y su fama era internacional. Lo más probable es, pues, que lo conociera, e incluso que se inspirara en él. Nosotros, al menos sí lo creemos (y se comprueba por las frecuentes menciones de la metafísica bergsoniana).

Whitehead verá la necesidad de construir esa nueva metafísica, haciendo una revisión original del pensamiento bergsoniano, dándole más precisión, ajustándolo más a la ciencia, suprimiendo los saltos líricos, y formulándolo con una nueva terminología, menos poética, más técnica, aunque mucho más críptica y difícil. Whitehead, en lugar de “vida”, usará el concepto de organismo y su filosofía será “organicista”. En resumidas cuentas, tanto Bergson como Whitehead se mueven dentro de la misma intuición de un paradigma vitalista-procesual de fondo (frente al dualismo y al mecanicismo) que responde plenamente al sentir de su época.

Resumiendo vemos un pensamiento de las ciencias naturales asociados a la filosófia y la teología donde el hombre Moderno es consciented de la dinámica de la naturaleza y que la percibe como una evolución acumulativa que duiscurre sin culminación. Desde una visión general para todo ente, Whitehead busca una transformación de algunas teorías fundamentales del idealismo absoluto sobre una base realista (ciencia). Para él, Dios es absolutamente inmanente y trascendente que mediaria de forma dinámica (frente a Hegel), un Dios en proceso. Dios seria la ilimitada realización conceptual de la absoluta riqueza de toda posibilidad, sería la realización del mundo actual en la unidad de su naturaleza, eso si, bajo la influencia del cristianismo, Dios estaría caracterizado por el amor.

Nacho Padró.

 

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