miércoles, 23 de marzo de 2016

Manuel Toharia: “La ciencia va segando la hierba a la religión”



Este físico tiene una larga trayectoria como divulgador científico en prensa y televisión y ha dirigido instituciones como la Ciudad de las Artes y las Ciencias o el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe. En Historia mínima del cosmos (Turner), Manuel Toharia (Madrid, 1944) explica cómo ha cambiado nuestra concepción del universo a lo largo de la historia pese a chocar una y otra vez con el prejuicio religioso.
PREGUNTA. Hawking concluyó que Dios no es necesario para explicar el universo. Dawkins ve la religión como una superstición más. ¿El avance de la ciencia hace retroceder a la religión?
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RESPUESTA. Mucho antes que Hawking, cuando Napoleón le preguntaba el papel de Dios en la mecánica celeste al importante astrónomo Laplace, éste le respondió: “Sire, esa hipótesis no es necesaria…”. La palabra superstición resulta agresiva, yo no la utilizaría. Las religiones se basan en creencias sin posibilidad alguna de demostración, lo que llamamos fe. La ciencia es otra cosa, se basa en las evidencias. A medida que la ciencia explica cosas que antes se atribuían a creencias, va segándole la hierba a la religión.
P. Algunos dicen que los científicos se exceden al entrar en el terreno de lo espiritual. Lo llaman “imperialismo científico”.
R. Un científico no debe entrar en el dominio de lo religioso; al menos no como científico (como persona, claro que tiene todo el derecho de hacerlo). Son planos completamente diferentes de pensamiento. En uno, la ciencia, se aplica la racionalidad y la lógica; en el otro, la religión, se cultiva el seguidismo acrítico de creencias indemostradas e indemostrables.
P. Usted describe la Edad Media como un periodo en que el poder de la Iglesia impidió cualquier avance científico durante todo un milenio. ¿Fue así?
R. La historia es la que es; quemar por hereje en la hoguera a Giordano Bruno, o encarcelar de por vida a Galileo sólo por decir que la Tierra no era el centro del universo (porque en ella había nacido el hijo de Dios) es un ejemplo brutal, de la sinrazón religiosa y los obstáculos que le ha puesto al pensamiento crítico y racional.
“Es cómico argumentar que Galileo o Copérnico no tenían las pruebas de lo que decían. ¿Es que la Iglesia sí las tenía?”
P. Ha escrito Alister McGrath que el caso de Galileo fue tergiversado, y que es un mito que la religión y la ciencia hayan estado siempre enfrentadas…
R. Hay tantos ejemplos que hasta suena ridículo, dicho así, que la ciencia y la religión no han estado enfrentadas. Otra cosa es que hasta tiempos recientes, y quizá todavía hoy, las religiones hayan ganado siempre por goleada. Resulta cómico ver a la Iglesia católica, o a gente como ­McGrath, decir que Galileo y Copérnico no tenían en sus manos todas las pruebas de lo que afirmaban. No es cierto, pero aunque lo fuese, ¿quiere eso decir que la Iglesia sí tenía pruebas de que la Tierra era el centro del universo? Suena a broma.
P. El darwinismo sigue siendo contestado desde sectores fundamentalistas. La teoría del diseño inteligente ¿es solo una cara más amable del creacionismo?
R. Lo del diseño inteligente es una creencia más que intenta adaptarse al progreso de la ciencia. Lo malo es que el diseño de las cosas más complejas de los seres vivos dista mucho de ser inteligente; lo más que puede decirse es que funciona. Pero a menudo de forma ineficiente, imperfecta, llena de fallos… Un ejemplo un poco básico: ¿de verdad alguien cree que la forma de conseguir descendencia humana mediante el parto es la más inteligente posible? Puestos a hacer bromas, me parece más inteligente lo de las aves: pones el huevo, y luego lo incubas fuera, en lugar de incubarlo dentro del organismo femenino…
P. ¿Le preocupa la persistencia de ideas anticientíficas en el siglo XXI?
R. Me asombra. No puedo comprender cómo tantas personas inteligentes pueden aceptar dogmas muchas veces absurdos que suelen conducir a comportamientos contradictorios. Alguien dijo, y estoy de acuerdo, que las religiones siempre consiguen lo contrario de lo que predican.
Ricardo de Querol - ELPais.com

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