martes, 31 de mayo de 2016

Los tres gurús del yoga que compiten con las grandes multinacionales

NUEVA DELHI.- Aman Soni no ha comprado un zumo de frutas cualquiera. Ha comprado el mejor. O eso cree él. “Es el más adecuado para nuestro cuerpo”, afirma este estudiante de ingeniería en la puerta de una tienda de Mayur Vihar, al este de Delhi. “Siempre compro aquí, me gusta más porque todo está hecho con materias naturales”. La dependienta nos lo confirma con orgullo: “estos productos son los más sanos”. Todo lo que se vende en el establecimiento es de una sola marca, Patanjali, propiedad del Baba Ramdev, uno de los gurús más famosos de India.

Las afirmaciones del cliente y la empleada no se basan en estudios, sino en creencias, un mensaje sencillo que basta para que Ramdev haya podido levantar un imperio que compite con las multinacionales de productos de alimentación, higiene o limpieza.

Si los gurús del siglo XX construyeron sus dominios expandiendo la meditación en Occidente, los del siglo XXI han decidido centrarse en el mercado interior de India. Son lo que la antropóloga Lise McKean, en su libro la Divina Empresa, llama “actores clave en el negocio y la política de la espiritualidad”.

Hoy día el excéntrico Ramdev es la cara más visible de este mercado. Lanzó hace una década su primera línea de artículos de belleza y medicamentos ayurvédicos (medicina tradicional india). Esa oferta se ha expandido y ahora vende mantequilla, pasta de dientes, bebidas, lácteos, galletas, té, legumbres, jabones, productos para bebés, tintes de pelo, barritas energéticas o especias. 800 productos supuestamente orgánicos que nacen en alguna de sus 28 fábricas y que están haciendo mella en gigantes como Colgate, Nivea, Dove, Tropicana o Dabur. Su último reto: ropa deportiva que sirva para practicar yoga y que trate de tú a tú a Nike y Adidas.
El gurú indio Baba Ramdev en una exhibición de yoga. AFP / SAJJAD HUSSAIN
El popular profesor de yoga, que en sus apariciones en público suele enfundarse en una túnica azafrán (el color del hinduismo) o aparecer semidesnudo, se sujeta sobre dos pilares: precios más bajos que la competencia y el discurso de vender artículos sanos hechos en India.

Por eso el año pasado le vino como agua de mayo la prohibición temporal de los noodles (fideos baratos muy populares) de la empresa Maggi, propiedad del gigante Nestlé, después de que se descubriese que el alimento contenía altos niveles de plomo. Ramdev vio una ventana abierta y lanzó al mercado sus propios tallarines bajo un eslogan saludable que la gente, hasta ese momento fiel a los Maggi, necesitaba escuchar.
El popular profesor de yoga  defiende que los precios de sus productos son más bajos que la competencia y son sanos hechos en India
El gurú sonríe, como siempre, y afirma que sus fideos acabarán siendo los más vendidos. Pero el presidente de Nestlé India, Suresh Narayanan, responde que la marca del yogui “no intimida” en absoluto.

Lo cierto es que en el último año fiscal Patanjali facturó 660 millones de euros y espera llegar a los 1.300 en el próximo lustro. Por ahora, la compañía afincada en Haridwar, una de las ciudades sagradas del hinduismo, tiene unas 15.000 franquicias en toda India y la distribuidora Future Group vende entre 70 y 80 millones de sus productos cada semana. Ramdev dijo públicamente que su fortuna llegaba a los 140 millones de euros, pero otros cálculos apuntan a que puede llegar a ser diez veces mayor.

Este gurú, que supuestamente centra su vida en la meditación y deja la compañía en manos de su socio Acharya Balakrishna, propaga la idea de que los productos de la competencia son perjudiciales (les acusa incluso de provocar cáncer), una publicidad agresiva contra marcas extranjeras que cala hondo entre la población local. Su presencia en los televisores es abrumadora con miles de anuncios que se repiten una y otra vez, a los que se suma su propio programa de televisión en el que enseña yoga y vende su marca. A través de la pequeña pantalla, el famoso asceta lleva el yoga a las masas y los bienes de consumo a las casas.
El jefe de la secta religiosa india Dera Sacha Sauda, Gurmeet Ram Rahim Singh, durante la rueda de prensa de presentación de la banda sonora de su película 'MSG-2 El Mensajero', en Bombay. AFP / Punit Paranjpe
Pero el barbudo Ramdev no está solo en esto de unir yoga y noodles. Otros como él han visto que el capitalismo espiritual tiene éxito y no quieren dejar pasar la oportunidad. El último en apuntarse es Gurmeet Ram Rahim Singh, líder de una secta en el estado de Haryana que también ha lanzado su propia serie de productos en teoría orgánicos bajo la marca MSG, las siglas de los tres líderes de su organización desde 1948.

Ram Rahim ha protagonizado y dirigido dos películas sobre su vida y obra llamadas MSG y MSG 2, que en este caso significan Mensajero de Dios, como humildemente se autoproclama ante sus 50 millones de seguidores, según sus datos. También es una estrella de rock, todo un icono dentro de la industria del espectáculo que reporta suculentos beneficios a su causa mística.
El gurú Ram Rahim es todo un icono dentro de la industria del espectáculo, con 50 millones de seguidores
La conexión que este guía genera con sus discípulos es extrasensorial. En su ashram, en la ciudad de Sirsa, le atribuyen poderes curativos y milagros divinos. Allí el rostro velludo del gurú se vuelve omnipresente en carteles publicitarios y sus palabras son escuchadas y repetidas como las de un Mesías.

Ram Rahim rechaza el alcohol, las drogas, la ingesta de carne, la prostitución y la homosexualidad. Apuesta por la agricultura ecológica y la homeopatía. Su organización Dera Sacha Sauda, que “fomenta el despertar espiritual de las masas”, se basa en la meditación para construir un mundo sin discriminación, para acabar con los males de la sociedad.

Bajo esa idea, el asceta se dedica ahora a vender ropa, arroz, miel, agua embotellada, patatas fritas, galletas, mermeladas y, por supuesto, noodles. En total, unas 150 variedades de artículos. “Nuestro objetivo no es competir con nadie. Hacemos un llamamiento a que vengan otras empresas con productos orgánicos, así la gente de nuestro país estará más sana”, dijo al presentar su negocio en febrero.
El gurú espiritual indio Sri Sri Ravi Shankar, en la inauguración de un centro de su Fundación en Islamabad. AFP / Farooq Naeem
Cerrando el podio de los hombres santos de India tenemos a Sri Sri Ravi Shankar, impulsor del Arte de Vivir, una fundación que promueve por todo el mundo el amor, la educación, la salud y la no violencia. Su filosofía se centra en acabar con las tensiones que rodean al ser humano a través de la meditación, el yoga y ejercicios de respiración. En 2009, la revista Forbes le consideró la quinta persona más poderosa de India, “la nación que tiene más líderes espirituales per cápita”. Se estima que su riqueza llega a los 130 millones de euros.
Se calcula que la fortuna de Ravi Shankar, la quinta persona más poderosa de India según 'Forbes' llega a los 130 millones de euros
Además de impartir cursos y conferencias, este maestro del sur de India también posee su marca de productos orgánicos Sri Sri Ayurveda. Cuenta además con una firma con la que distribuye libros, discos y películas. Por vender, vende hasta sus propias tabletas electrónicas o un aparato que recita libros en sánscrito para que no se tenga que leer. Sin contar todo el merchandising habitual de llaveros, tazas, camisetas…

Ramdev, Ram Rahim y Ravi Shankar no son los primeros en el negocio de la espiritualidad, pero sí los que más están explotando el nuevo comercio de artículos orgánicos. Por eso dejamos al margen el coloso de 5.000 millones de euros que erigió Sri Sathya Sai Baba, polémico gurú fallecido en 2011, o la red de voluntarios y ayuda humanitaria de la guía espiritual Amritanandamayi, conocida como la madre de los abrazos, que posee hospitales, un canal de televisión, escuelas de negocios o una universidad. Sus abrazos se traducen en unos 200 millones de euros.

Amigos del primer ministro indio

Aparte del yoga, la venta masiva de productos y una barba salvaje, los tres protagonistas tienen en común su amistad con el primer ministro indio, Narendra Modi, que suele acudir a sus actos multitudinarios. “En su campaña electoral de 2014 ellos le apoyaron y ahora están recogiendo sus frutos”, afirma a este diario el economista Arun Kumar, que sostiene que en este país “si quieres tener éxito en los negocios necesitas tener a los políticos contigo”.

Al mismo tiempo, los maestros de la meditación han promovido el nacionalismo religioso que defiende el mandatario hinduista. “La religión está siendo usada por los políticos para su agenda, utilizan a estos ‘hombres divinos’ porque saben que la gente es propensa a seguirles”, señala Kumar.
Una de las fábricas de Ramdev cuenta con una seguridad privilegiada que en India sólo tienen instalaciones estratégicas
Modi, con su campaña ‘Made in India’, y los gurús, con sus negocios de consumo, han recuperado la última versión de los principios swadeshi, aquella estrategia gandhiana para boicotear los productos extranjeros potenciando la economía doméstica bajo el lema de la autosuficiencia.

En el caso de Ramdev, la asociación entre el partido gobernante BJP y este líder espirituales tal que una de sus fábricas cuenta con una seguridad privilegiada que en India sólo tienen instalaciones estratégicas.

“Ramdev se ha metido en el negocio de la conversión de espiritualidad en beneficio material. La religión se ha convertido, en el proceso, en el medio para caer en la codicia. El gran dinero que ha ganado es su entrada en política”, escribió este mes en The Indian Express Swami Agnivesh, líder de un movimiento religioso que sostiene que entre políticos y gurús existe un matrimonio beneficioso para ambas partes.
El actual primer ministro de India , Narendra Modi, con el gurú Baba Ramdev, en 2014, cuando era ministro principal del estado indio de Gujarat. AFP / SAJJAD HUSSAIN
No obstante, la participación política de estos gurús salta por los aires cuando en el camino se cuelan declaraciones polémicas, bombas que explotan porque estos amantes del culto a la personalidad muestran sus verdaderos pensamientos o porque echan en falta sus dosis de atención mediática.

Ramdev es experto en meterse en jardines. Este gurú, que ha sido acusado varias veces de corrupción, afirma que la homosexualidad es un desorden mental que puede “curar” en seis meses con clases de yoga. Y proclama que, con la ayuda de ayurveda, puede también sanar el sida. Sus productos no escapan de estas controversias: oferta una hierba medicinal que supuestamente promueve la fertilidad e insinúa que facilita la descendencia masculina, un mensaje que no pasa desapercibido en un país donde es habitual abortar cuando se sabe que el bebé será niña.
Ramdev afirma que la homosexualidad es un desorden mental que puede “curar” en seis meses con clases de yoga
Su última perla fue declarar en el acto de una organización hinduista de extrema derecha que, si no fuera porque existen leyes, habría “decapitado” a todos aquellos que no dijesen “Victoria para la Madre India”. Lo dice el mismo hombre que asegura que si todavía no le han dado el Nobel de la Paz es por su color de piel.

Ram Rahim tiene su propio historial: ha sido investigado por supuestamente engañar a cientos de sus seguidores para que se castrasen si querían ver a Dios, ha sido acusado de estar relacionado en el asesinato de un periodista y se ha visto envuelto en casos de delitos sexuales.

Pero para estos líderes de masas las polémicas son diminutas manchas pasajeras. Sus millones de seguidores no les dan importancia o se las perdonan. Su éxito continúa siendo arrollador. ¿Por qué? Para Kumar, profesor jubilado, tiene que ver con la educación: “Enseñamos a los niños a aprender memorizando, no entienden lo que estudian. Cuando no se entiende, aparecen las ideas irracionales. De modo que la gran población india está abierta a recibir este tipo de mensajes”. 

Sus productos llegan a todo tipo de gente. Quien no lo compra porque cree que es divino, lo hace porque es sano o porque sencillamente es barato. Así, el negocio atraviesa castas, clases sociales y religiones. Atrapa incluso a los no creyentes. “(Estos gurús) están construyendo un imperio en nombre de la austeridad y la meditación, es una contradicción. Combinan el mundo espiritual con el material. En ese sentido, no son hombres divinos puros, se aprovechan de la gente y de la situación política. Pero eso tendrá consecuencias muy negativas para la nación”, concluye el economista.

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