martes, 19 de julio de 2016

Lo Imposible....

En busca de llibertat


Ajuda’m, Senyor, a buscar el meu rostre,
a descobrir-me per dins,
a acceptar-me com en realitat sóc.
Ajuda’m a aguantar les meves pors,
les meves inseguretats,
a superar els meus fracassos
i sortir de les meves derrotes.
Ajuda’m a seguir endavant i no tornar enrere,
a superar els meus desànims
i les meves desil·lusions.
Ajuda’m a saber començar cada dia: sempre!

Tu, Jesús, ets com la roca ferma al costat del mar,
ets com l’arrel forta
que aguanta l’arbre,
ets com la font
que alimenta el riu,
ets com la cantimplora
en ple desert.
Tu, Jesús, ets la força, el suport que necessito.
Senyor Jesús, no vull quedar-me tancat en mi mateix;
trenca la meva closca, enderroca el meu mur, i sigues per a mi Pont, el Pont que necessito per passar del cèrcol de les meves amarres a la llibertat d’un cor nou
i ple de vida.

Dues capses

Vaig somiar que tenia dues capses a les meves mans que Déu m’havia donat, una era negra i l’altra daurada. Em va dir: «Posa les teves penes a la capsa negra i les teves alegries a la daurada». Vaig fer el que m’havia dit i guardava en cada capsa segons Déu m’havia indicat. Vaig notar que la capsa daurada es feia cada vegada més pesada i la negra seguia tan lleugera com abans.
Amb curiositat vaig obrir la capsa negra per esbrinar-ne el perquè i em vaig adonar que tenia un gran forat al fons pel qual totes les meves penes havien marxat. Li vaig mostrar a Déu i li vaig preguntar on eren les meves penes. Ell va somriure i em va dir: «Fill meu, les tinc». Li vaig preguntar: «Senyor, aleshores, per què em vas donar dues capses?
Per què la daurada i per què la negra amb el forat?»

El Senyor em va respondre: «Fill meu, la daurada és perquè comptis totes les benediccions que et dono, i la negra és perquè deixis anar els teus problemes i penes i no els carreguis sempre».

¿Por qué están restaurando ahora la "tumba" de Jesús?



El Santo Sepulcro es un lugar en Jerusalén considerado por varias religiones, entre ellas las principales iglesias cristianas, el lugar donde fue sepultado Jesús hace más de 2.000 años. 
Para restaurar el lugar se tuvieron que poner de acuerdo las iglesias católica, ortodoxa griega y armenia en la forma de financiar los US$3,3 millones que cuesta el proyecto. 
Y no fue fácil. Tanto que el inicio de la restauración se vio aplazada por las discrepancias entre las tres denominaciones cristianas que administran el lugar sagrado. 
Trabajos en el Santo SepulcroImage copyrightGALI TIBBON
Image captionLos trabajos en la iglesia del Santo Sepulcro ya comenzaron y se espera que estén listas en ocho meses.
Los expertos, que ya comenzaron a trabajar, están enfocados en el Edículo, una pequeña cámara dentro del templo que -se cree- fue el lugar donde el cuerpo de Jesús fue lavado, envuelto y enterrado. 
La última refacción del templo fue en 1810, después de un incendio. 

La lucha de las creencias

Los ortodoxos griegos, la Iglesia católica y las autoridades armenias son los responsables de administrar y cuidar el recinto. 
Y las relaciones entre ellos no han sido buenas. En 2008, una discusión entre los sacerdotes ortodoxos y los monjes armenios escaló a niveles de pelea.
Sin embargo, después de que las autoridades israelíes señalaran que el templo, de casi 1.000 años de antigüedad y ubicado en la Ciudad Vieja de Jerusalén, era inseguro y lo cerrara por varios días, comenzaron a trabajar juntos en la restauración. 
"Decidimos de manera conjunta que la intervención era necesaria", dijo Samuel Aghoyan, líder de la iglesia armenia. 
Sacerdote ortodoxoImage copyrightGALI TIBBON
Image captionEl templo del Santo Sepulcro es administrado por las tres principales iglesias cristianas: católica, ortodoxa griega y armenia.
La coordinadora de las reparaciones, Antonia Moropoulou, explicó que la tumba se encontraba estable, pero con serias fallas estructurales después de tantos años expuesta a la humedad y al humo de las velas. 
"La construcción necesita además un sistema de resistencia para evitar el riesgo de ser destruida por un terremoto", explicó. 
Aunque se espera los trabajos duren de ocho a 12 meses, los peregrinos podrán visitar el lugar
Se espera recaudar el dinero necesario de las donaciones que dejan los visitantes. 
BBCMUNDO

Guia contra la Islamofobia

BARCELONA.- Insultos, amenazas, grafitis, ataques verbales, violencia física, ciberodio, desprecio, rumores, intolerancia… Son las diferentes formas bajo las que se expresa la islamofobia. Cuando los atentados del Daesh llegan a suelo europeo, como París o Bruselas, aumenta esta forma de racismo sobre esta población. Tienen que soportar constantes ataques que, de forma interesada, se distribuyen cada vez más, sobre todo por las redes sociales.
Para David Karvala, coordinador del libro Combatir la islamofobia, una guía antirracista, el origen de esta corriente parte de una premisa histórica: “Por un lado, el fracaso de la izquierda tradicional en esa región dejó un vacío que ocuparon movimientos inspirados en el islam. Éstos son muy diversos, pero la izquierda no ha sabido entenderlos, ni reaccionar de manera sensata”.

Según Karvala, la caída del muro de Berlín, de la URSS, y el declive de la izquierda tradicional hicieron que la oposición al imperialismo en Oriente Medio se expresase cada vez más en términos del islam político. “Así que a partir de los años 90, la derecha y los Estados de Occidente empezaron a responder ante esta oposición con discursos islamófobos. En una muestra de hipocresía, la derecha adoptó los argumentos de la izquierda islamófoba, como la defensa de las mujeres o de la laicidad”, relata el autor.

Por eso, con este libro y con la campaña Stop Islamofobia pretenden frenar estos actos y, además, mediar y solucionar los problemas sociales que se generan. Desde otros colectivos y asociaciones o desde el mundo docente también se intenta atajar cada día el crecimiento de esta hostilidad hacia el islam. Cuatro especialistas responden a algunos de los mitos o ideas falsas que más circulan entre quienes potencian la islamofobia, para contrarrestar los prejuicios, los estigmas y las creencias erróneas que generan.

Mito 1: "El hiyab va en contra de la mujer y muestra una falta de integración en la sociedad occidental"

Estudiantes de la Universidad de El Cairo durante una protesta. REUTERS
“En el informe de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia de 2015, se apunta que la mayoría de las víctimas de islamofobia son las mujeres porque son las más visibles, sobre todo aquellas que llevan el hiyab. Ocurre por igual en España, Francia y Bélgica. En Francia llega al 80% de los casos, y la mayoría de los agresores son hombres.

Respeto al hiyab hay que contextualizar en este tema. Cualquiera puede decidir llevar velo, minifalda o escote dentro de la libertad de imagen. Si el Estado determina imponer una determinada vestimenta, todas las feministas deberíamos unirnos. No en el falso debate de la prenda a favor o en contra, sino en el hecho de que el Estado legisle sobre las mujeres.

Si legislamos sobre las vestimentas, hagamos un amplio debate con todas las feministas y cuestionemos el uso del tacón, la cirugía estética, faldas en las azafatas… Algunas usan el velo por moda, otras porque sus amigas van así y así se identifican, otras porque en su ambiente es un signo de que buscan pareja… Muchas veces son claves culturales y sociales, y no pasa siempre por la religión.

Y es absurdo relacionar este tema con la integración. ¿Un trozo de tela significa estar más integrado? Nosotros también tenemos cánones, como no ir desnudos. Llevar sombreros o gorras es legal. ¿Existe imposición por parte de algunos hombres musulmanes para que ellas se vistan de una manera? Sí, igual que hay parejas de hombres no musulmanes en España que no quieren que su pareja lleve tacón o minifalda, porque son posesivos y celosos. ¿Tiene que ver con la religión? No tiene nada que ver con la religión y sí con las realidades machistas, que eso es común a la mayoría de las culturas”.

Natalia Andújar. Profesora en la Escuela Halal y vicepresidenta de Junta Islámica

Mito 2: "Los musulmanes abusan de nuestro sistema y no se integran en nuestra sociedad"

Turistas musulmanes en una terraza de la Plaza Mayor de Madrid en una imagen de archivo. EFE
“Arcadi Oliveres, como economista, deja bien claro en una de sus conferencias lo que aportan los inmigrantes y lo que se gastan, y el balance hasta ahora es a favor del inmigrante. La mayoría de los que vienen son jóvenes y fuertes y van muy poco al hospital. Muchos trabajan cuidando a personas mayores o a la infancia española.

En cuanto a los refugiados, no se explica quién está detrás de esos conflictos ni quien está armando a los grupos que se están enfrentando. España también tiene que recordar su pasado. Gracias a la acogida recibida en otros lugares del mundo, mucha población encontró refugio. Nuestros abuelos y padres nos explicaron muchas historias sobre la gente española que se instaló en Marruecos o Argelia y como llegaban agotados, hambrientos y con ropa hecha de trapos cuando huyeron de la Guerra Civil, Franco y su miseria.
La islamofobia aumenta porque la gente está muy desinformada. A unos cuantos les interesa que haya crispación para llevar a cabo sus políticas en un ambiente de miedo
Sobre la integración… te integras donde te sientes bien valorado. Un trabajador en una empresa no puede sentirse bien y dar lo mejor de él si el jefe o los compañeros le machacan en cada momento. Aguantará porque no tiene remedio, pero difícilmente se puede hablar de integración. Otro tema es la ley de extranjería y sus injusticias. Para renovar la residencia tienes que acreditar una vivienda digna y cotización, con lo que supone durante este periodo de crisis económica. Si estás cobrando el paro no puedes visitar a tus familiares a Marruecos. Si cobras la ayuda, aún peor. Hay personas que no han podido asistir a la defunción de sus padres ni al nacimiento de sus hijos.

La islamofobia aumenta porque la gente está muy desinformada. A unos cuantos les interesa que haya crispación para llevar a cabo sus políticas en un ambiente de miedo. Creo que la mayoría de nosotros diferenciamos entre la gente normal de la calle, nuestros vecinos del barrio, que nos conocen, nos tratan y nos hacemos amigos. Esos son los que nos hacen estimar el país. Muchísimos de nosotros trabajamos y cotizamos. Lo que recibimos a cambio es un derecho ya pagado con nuestros impuestos, porque contribuimos”.

Fatiha El Mousali Samadi, Miembro de UCFR

Mito 3: "Todos los islamistas son unos terroristas"

Activistas de varias organizaciones paraguas de mezquitas y musulmanes se congregaron para mostrar su apoyo a las víctimas de los atentados de Bruselas en el Dam, Amsterdam. EFE
“El Daesh o Estado Islámico es una organización que utiliza la fuerza armada, la violencia y el terror para imponer su proyecto de sociedad totalitaria a las poblaciones bajo su dominio. Grupos con propósitos y métodos parecidos, desgraciadamente, han existido a lo largo de la historia de la humanidad en sociedades y contextos donde la religión predominante no era precisamente la musulmana.

A menudo son los propios Estados los que practican la violencia y el terror para imponerse. El recurso a la fuerza, la violencia y el terror, tanto por parte de grupos armados como de estados, se ha dado tanto en sociedades donde impera el cristianismo como incluso en nombre de proyectos políticos totalitarios laicos. Pero a nadie se le ocurre decir que la violencia, el terror y la barbarie son inherentes tanto el cristianismo como al laicismo. Entonces, ¿por qué se sigue repitiendo hasta la saciedad el binomio “Islam=Terrorismo”? Dando por hecho que la violencia es intrínseca al Islam, como no lo es en ninguna otra religión. Pero, además, obviando que la gran mayoría de las víctimas (de lo que se llama, sin demasiado criterio, “terrorismo yihadista”), ¡son musulmanas!

Por eso es tan importante explicar cómo se origina, se desarrolla y se expande el “Daesh” desde Iraq hacia Siria en los últimos diez años. Y cómo a pesar de una pátina o envoltorio religioso con el cual intentan dotarse de cierta legitimidad o justificarse, nada tienen que ver con el islam ni con la gran mayoría de musulmanes del mundo.

Explicaciones sobre éste fenómeno u otros similares hay que buscarlas en razones históricas, sociales, políticas o económicas. Por ese camino no sólo no vamos a conseguir hacer “desaparecer el problema”, sino todo lo contrario. Lo único que se consigue es fomentar el miedo, el odio, la estigmatización y discriminación de una parte importante de la población a causa de una cultura, aspecto u opción religiosa. A la vez que sirve de pretexto para imponer nuevas medidas de seguridad y políticas que persiguen el retroceso en todo tipo de derechos y libertades individuales y colectivas que nos afectan a todos”.

Meritxell Bragulat, miembro de Sodepau 

Mito 4: "En las mezquitas sólo hay radicales que fomentan el terrorismo y el Corán sólo incita al odio"

Un grupo de musulmanes reza en la mezquita de la M-30 de Madrid. EFE
“Las mezquitas son centros de cultos inscritos en el registro de entidades religiosas del Ministerio del Interior. Cada mezquita tiene su propia personalidad que depende de quiénes la componen y la corriente del Islam que siguen, que suele estar condicionado a la corriente del país de origen. Las diferencias suelen ser por escuela jurídica (madhhab) que define si el centro de culto es sunnita o chiíta o por el hecho de que los fieles están adscritos a una cofradía espiritual (sufismo), e incluso a veces el centro de culto es mixto y une a personas de diferentes procedencias y corrientes del Islam. 
El terrorismo es una actividad delictiva que requiere de una organización que actúe bajo el más absoluto secreto y discreción, y ahí la mezquita no es el lugar idóneo para ello.
Existe la misma posibilidad de encontrar extremistas en un centro de culto, como delincuentes en un club deportivo de fútbol. No hay una relación de causa y efecto que garantice que en uno u otro lugar existen delincuentes o terroristas. Incluso en aquellas mezquitas subvencionadas por países terceros como Arabia Saudí y en el que la corriente que se sigue es el wahabismo o salafismo, no queda acreditada en la doctrina wahabí-salafista ninguna invitación a la violencia terrorista contra occidente, si bien se puede hallar un discurso de odio intra-musulmán (anti-chiita) que podría justificar cierta violencia sectaria, y que está muy condicionado por el conflicto en Oriente Medio y el pulso entre Irán y las monarquías del Golfo.

El terrorismo es una actividad delictiva que requiere de una organización que actúe bajo el más absoluto secreto y discreción, y ahí la mezquita no es el lugar idóneo para ello.

No es cierto que el Islam incite al odio. Parafraseando a Adnan Ibrahim, ¿cómo puede una religión llamada Islam ser violenta, si el Islam es la paz, derivado del verbo “salima” (estar en paz)?. El saludo de los musulmanes hacia todo el mundo es “la paz sea contigo”. La gente dice que el Corán llama a la violencia y articula un discurso de odio. Es absolutamente falso. Sólo promueve la guerra defensiva, no una guerra de rapiña para proveerse de rehenes con los que comerciar, ni una guerra religiosa. El Corán lo dice claramente.

Ibrahim Miguel Ángel, de Musulmanes contra la Islamofobia en Publico.es

Muqtada al Sadr, el clérigo populista

A finales de marzo, el controvertido clérigo y político iraquí Muqtada el Sadr plantó una tienda de campaña a las puertas de la superprotegida Zona Verde de Bagdad, donde radican las principales instituciones del Estado y embajadas extranjeras. Enseguida, en un gesto más que simbólico de lealtad, las fuerzas de seguridad encargadas de proteger el recinto, incluido el general al mando, acudían a presentarle sus respetos. Se confirmaba así como líder de la protesta popular contra la corrupción que desde 2015 mantiene en jaque al primer ministro, Haider al Abadi.

COSTHANZO
Después de aquello pocos pudieron sorprenderse de que un mes más tarde, disuelta la acampada, los manifestantes (mayoritariamente chiíes y sadristas)apenas encontraran oposición policial cuando recibieron la orden de franquear el acceso a la Zona Verde y tomar el Parlamento. Por un momento pareció el golpe de gracia a un Gobierno, agarrotado por la crisis política y la lucha contra el autodenominado Estado Islámico (ISIS). Apenas 24 horas más tarde, fiel a su estilo imprevisible, Al Sadr pedía que se retiraran los manifestantes.
Al Sadr, o Muqtada como se refieren a él sus seguidores de acuerdo con la costumbre árabe de utilizar los nombres propios, volvía a ocupar los titulares como ha hecho de forma intermitente desde que en de 2003 el Ejército de EEUU invadió Irak y derribó a Sadam Husein. Al igual que entonces, sus intenciones últimas siguen siendo objeto de debate entre quienes creen que busca hacerse con el poder (algo que sus portavoces desmienten una y otra vez) y quienes opinan que le basta convertirse en un interlocutor necesario. De momento, da la impresión de marcar el paso de la política iraquí.
“Espera la ocasión para erigirse en el salvador de los chiíes de Irak”, ha escrito el analista Mohamad Bazzi.
Tales ambiciones encajan mal con su anuncio, hace dos años, de que se retiraba de la vida política. Pero su participación en ella siempre ha sido un tanto peculiar. Nunca ha aspirado a un cargo formal. Su influencia se basa en su capacidad de agitación. A sus 42 años, el clérigo chií encabeza el movimiento sadrista, un conglomerado difuso que incluye en su órbita desde el bloque parlamentario Al Ahrar (que le considera su líder espiritual) hasta una milicia (la teóricamente disuelta Ejército del Mahdi renacida como Brigadas de la Paz tras la eclosión del ISIS), pasando por una extensa red de organizaciones caritativas, que cubren la ausencia del Estado entre los desheredados chiíes y que están en el origen de su popularidad.
Su rechazo a la ocupación de EE UU marcó la diferencia entre él y el resto de los políticos iraquíes
Hijo y sobrino de dos venerados ayatolás asesinados por Sadam, Al Sadr aprovechó el prestigio de su linaje y actuó con rapidez a la caída de la dictadura. Utilizó las redes de caridad establecidas por su padre para poner en pie un sistema de servicios sociales, al estilo del que Hezbolá gestiona en el sur de Líbano, en uno de los arrabales chiíes más pobres de Bagdad, Ciudad Sadam. Sus agradecidos habitantes lo rebautizaron Ciudad Sadr. También se apresuró a nombrar imames para las mezquitas desertadas por los clérigos afectos al régimen depuesto, lo que le permitió ampliar sus bases y reclutar milicianos.
Pero fue sobre todo su rechazo a la ocupación estadounidense lo que marcó la diferencia entre él y el resto de los políticos iraquíes, recién regresados del exilio gracias a la intervención. Todos infravaloraron el tirón popular de aquel joven clérigo de ojos saltones y dientes mellados, tocado con el turbante negro de los descendientes de Mahoma, que se dirigía a sus seguidores en el árabe de la calle y no en el clásico de los ancianos ayatolás de Nayaf.
Se ha alineado con el movimiento cívico contra la corrupción y en defensa de la reforma del sistema político
Para cuando los militares norteamericanos quisieron tomar medidas contra quien consideraban “el hombre más peligroso de Irak”, su popularidad ya se había extendido y su milicia rondada los 60.000 hombres armados. No sólo libró la primera revuelta contra los invasores extranjeros en 2004 sino que, bruñendo sus credenciales nacionalistas, envió ayuda humanitaria a la Faluya sitiada donde los suníes habían iniciado su propia insurgencia. El hermanamiento intercomunitario duró poco. Su fuerza fue acusada de secuestrar, torturar y matar a miles de suníes durante la guerra sectaria que siguió.
Aunque por entonces Al Sadr se había refugiado en Irán con el pretexto de completar los estudios religiosos y convertirse en ayatolá, el distanciamiento físico no le impidió seguir participando activamente en la política de su país. Tanto en 2006 como en 2010 su apoyo fue crucial para que Nuri al Maliki formara Gobierno. Al regreso de su autoexilio un año más tarde, el impulsivo clérigo sonaba más conciliador, pero pronto empezó a distanciarse del primer ministro a quien acusaba de comportarse como un dictador. Su oposición resultó clave para evitar un tercer mandato de Al Maliki en 2014.
Desde el verano pasado se ha alineado con el movimiento cívico contra la corrupción y en defensa de la reforma del sistema político. Una vez más, el astuto clérigo con ambiciones de hombre de Estado vuelve a sacar partido de la crisis institucional, al transformar la protesta popular en una protesta sadrista.La jugada resulta maestra habida cuenta de que los sadristas no sólo son parte del Gobierno al que acusan de corrupción, sino que en los ministerios bajo su control, Comercio, Vivienda y Municipalidades, el desempeño no ha sido precisamente ejemplar.
Esa decisión le ha granjeado el respeto incluso fuera de sus filas. Con apenas 34 escaños de los 328 con que cuenta el Parlamento y una representación similar en las asambleas provinciales, difícilmente podía conseguir más proyección. Pocos recuerdan ya que el mismo hombre que ahora pide un Gobierno de tecnócratas independientes de los partidos religiosos defendía hasta ayer un régimen islámico, en línea con las enseñanzas de su padre. Su lucha contra el sistema busca reforzar su posición en ese mismo sistema. Oportunista o pragmático, Al Sadr ha vuelto a reinventarse para alarma de sus rivales políticos.
Angeles Espinosa para ELPAIS.com