miércoles, 24 de mayo de 2017

La reforma religiosa y social de Juan Calvino

Si algo es característico de los siglos XV y XVI en Europa es el surgimiento de movimientos de reforma religiosa, o incluso de ruptura. Bien es cierto que esos movimientos reformistas y sectas dentro del cristianismo han existido siempre, desde sus comienzos con ejemplos como el priscilianismo, o posteriormente con los cátaros o los fraticelli, aunque es en esta época donde surgirán movimientos de más calado que provocarán o que servirán de excusa para el estallido de conflictos bélicos de gran alcance. Al mismo tiempo su importancia se ve en que las diferencias culturales y religiosas provocadas por ellos han llegado a nuestros días.
Este articulo lo dedicaremos al calvinismo, nacido de la mano de Juan Calvino (1509-1564). Es de una generación posterior a Lutero, habiendo escritos suyos desde los años 30 y teniendo el calvinismo su momento álgido a la muerte de Lutero, hasta el punto de que el concepto de Iglesia reformada después de Calvino tiende a asociarse al calvinismo y no al luteranismo.

Después de no ser aceptado en su país natal, Francia, por sus ideas, se establece en Ginebra, ciudad que servirá de refugio para sus adeptos de otros lugares, a partir de 1538. En este año empieza a redactar sus Ordenanzas Eclesiásticas de la Iglesia de Ginebra, que aceptará relativamente en 1541, aunque la obra estará en constante revisión hasta 1559. Bajo estos fundamentos será creada la Iglesia de Ginebra y las restantes iglesias calvinistas. Insiste aún más que Lutero en la relación feudo-vasallática que se establece entre Dios y el hombre, ya que Dios es un monarca absoluto y no sólo el hombre, sino toda la sociedad, tiene el deber de darle la mayor gloria posible sin esperar nada a cambio en una vida futura, sino que solamente cumplen con su deber.
Una consecuencia del señorío absoluto de Dios está en que él decide a quién justifica y a quién no, quién va a contar con su favor y quién no (al igual que, en teoría, un señor feudal declara la guerra o establece un impuesto sin tener en cuenta al pueblo). Si el luteranismo no deja claro a sus creyentes quién se salva o no (lo que genera una gran incertidumbre dentro de un ámbito en el que desde el siglo XIV la salvación es un tema vital teniendo en cuenta la alta mortalidad generada por las pestes), Calvino establece que las bases para la salvación residen en la pertenencia a la Iglesia reformada y a la prosperidad (sobre todo la profesional). Es decir, el éxito profesional es la única pista que se puede tener de que Dios está de tu parte.
Esto genera un nuevo modelo ético, en el que se busca el éxito para reafirmar su justificación, que llegará a ser considerado como la base del capitalismo, entendiéndose que el capitalismo surge como un instrumento espiritual, no económico, y de la acumulación de ahorros de estas familias debido a su escaso gasto, a diferencia de los católicos, que son excesivos en su gasto suntuario. De todos modos, el capitalismo también se ejerce en el mundo católico, ya que dentro de la propia Suiza había banqueros católicos, aunque bajo preceptos diferentes, ya que la buena situación económica no va ligada a la salvación.
Si bien en un comienzo Calvino no pretendía darle un carácter institucional a la reforma, posteriormente afirmará que la Iglesia reformada debe pasar de una forma espiritual a una institucionalizada (ya que debe ser tan estable como el catolicismo) y debe regular el ordenamiento social ajustándose al carácter divino. A su vez, la institución debe insertarse en la organización político-institucional de la Europa del momento y hacer lo mismo que las monarquías católicas, que regulan las costumbres civiles y morales de sus súbditos. Como se puede observar en las ordenanzas de Ginebra, los pilares básicos de la Iglesia serían la unidad religiosa y el Gobierno eclesiástico.
Hay 4 ministerios fundamentales (pastores, ancianos, diáconos y doctores)
· Los pastores cumplen con una función similar a la de los sacerdotes católicos.
· Los ancianos regulan y controlan las costumbres de los fieles (debido a su veteranía).
· Los diáconos asisten a los pastores y a los más necesitados.
· Los doctores estudian las bases teóricas y enseñan sobre todo en la educación superior.
En cuanto a la articulación tanto de la enseñanza primaria como de la superior dentro del calvinismo, la enseñanza debe entenderse como la formación dentro de la Iglesia reformada, no como ciudadanos, ya que, cómo hemos dicho, todo aspecto social queda supeditado y al servicio de la Iglesia. La enseñanza primaria fue muy importante ya que marca la diferencia con los territorios católicos, teniendo unos altos índices de alfabetización ya que es algo esencial para uno de sus pilares básicos el acceso a las Sagradas Escrituras. En la Academia Ginebrina (1559) estudian tanto locales como extranjeros que al retornar a sus países generan ramas propias (como puede ser el presbiterianismo), funcionando así como altavoz y punto de expansión del calvinismo.
Un último aspecto destacable del calvinismo es que se considera que los consistorios municipales deben buscar el control de la ortodoxia moral y disciplina moral. En la práctica esto se traduce en el establecimiento en Ginebra de ordenaciones sobre la moral y la vida civil, controlando los horarios, la celebración de fiestas y regulando cualquier aspecto de la vida de la comunidad. Esto será criticado tanto por parte de los católicos como de anabaptistas y libertinos que no estaban para nada por la labor de someterse a un control tan férreo de sus vidas, lo que les acarreará graves consecuencias, como la persecución por el consistorio. El más conocido será Miguel Servet, oscense y reformista, que tendrá un enfrentamiento teológico con el calvinismo y eso le llevará a la hoguera. Hay que decir que Servet no sólo tuvo enfrentamientos con el calvinismo, sino que su teoría, contraria a la Trinidad y a favor del bautismo en edad adulta, le granjeó la enemistad tanto de católicos como de protestantes.
Vía| CASTELLOTE CUBELLS, SALVADOR. Reformas y contrarreformas en la Europa del siglo XVI. Madrid, Akal, 1997.
Más información| AMESTOY, NORMAN RUBÉN. El contexto histórico de la reforma calvinista En Teología y cultura, año 6, vol. 11. Buenos Aires, 2009
Imagen| Juan Calvino

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